martes, 1 de noviembre de 2016

DANZAS, MITOS Y RITUALES

Los Rituales en el Mundo Andino

Trascendiendo esta vez el plano individual, nos adentramos en el mundo de las
creencias y los sentimientos compartidos en comunidad…
  En las sociedades occidentales la danza tiene un sentido artístico y estético o placentero, liberador e incluso meditativo en ciertos casos. En cambio, en el pasado prehispánico, así como en los pueblos
que hoy conservan y respetan las tradiciones de sus antepasados, ésta tiene un fin práctico
vinculado, por un lado a la vida cotidiana y la subsistencia y por otro al mundo de las
creencias compartidas que pasan a ser también hechos sociales comunitarios. Entonces, si
para los pueblos originarios el fin de la danza es pedir y agradecer, si danzan antes de
comenzar una lucha o antes de salir de caza o antes de iniciar la siembra, si danzan para
que llueva y luego para agradecer el agua, es decir, si hay objetivos compartidos ligados
estrechamente con la subsistencia y la vida en su sentido más amplio, es probable que haya
elementos comunes en los movimientos y las danzas, que se comparten no sólo en el
mundo andino sino también en otros continentes.
Desde la perspectiva de la Antropología del cuerpo, la meta es aproximarnos a la
vigencia de los mitos en el mundo andino, particularmente en el Noroeste argentino (NOA) y al
modo en que éstos se actualizan y cobran vigencia a través de las danzas, los movimientos
rituales, el uso de máscaras y disfraces. Es interesante aclarar que la Antropología del cuerpo
concibe la corporalidad como perspectiva o modo de análisis de las distintas problemáticas
sociales y culturales. El cuerpo no es entonces un objeto de estudio sino una dimensión, es
decir una parte de las prácticas sociales. Asimismo, tomamos como marco teórico el
paradigma del embodiment (Csordas 1994), inserto en la fenomenología. Esto significa que
la experiencia corporizada es el punto de partida para analizar la participación del hombre
en el mundo (Csordas 1994, 2011).
Las danzas integran muy frecuentemente los rituales. Desde nuestra perspectiva, en
los rituales los dioses y los espíritus de la naturaleza “encarnan” en los danzantes, quienes
les prestan sus cuerpos durante el tiempo ritual expresando el orden y el deseo de los
primeros y a cambio reciben lo que piden. Se entabla de este modo una especie de
“contrato” que hace posible que el ciclo de la vida continúe, tanto a nivel individual como
comunitario.
En líneas generales, un ritual consiste en una serie de acciones, realizadas
principalmente por su valor simbólico y por lo tanto está basado en determinadas
creencias. Tiene entonces un fin práctico y a la vez trasciende lo cotidiano ya que se apoya
en ideas acerca de la Vida y la Existencia. Por otra parte, los mitos son viejos relatos
memorables que poseen una rica carga simbólica y un mensaje, de ahí que se presten a
recreaciones y reinterpretaciones múltiples y vuelvan a ser evocados una y otra vez (García
Gual 2003). El poder del rito depende de la fuerza del mito que lo funda, de ahí que sea
posible establecer vínculos entre ambos (Hopkins 2008).

Los mitos y las danzas rituales. El Toreo de la Vincha en Casabindo, Puna de Jujuy

Durante la noche del 14 de agosto y la tarde del 15 de agosto, luego de llevarse a
cabo el Toreo de la Vincha (ritual que actualiza un relato mítico de tiempos hispánicos, en
el cual varios toreros deben sacarle una vincha de plata a distintos toros sin daño alguno),
tienen lugar diferentes danzas y movimientos rituales que describimos en los siguientes
párrafos.

Danza de los samilantes o danza del suri

  El Mito.

“En el folklore calchaquí, hasta hoy el suri es anunciador de la lluvia. Cuando el tiempo está por cambiar, esta gran ave nerviosa abre las alas, cuyas plumas desordenadas sacude, y corre al
encuentro de la primera ráfaga húmeda de viento que llega. Cuando la descompostura
atmosférica se anuncia con los primeros truenos lejanos, huye vertiginosamente de un lado
al otro, describiendo grandes curvas, moviendo su cuello largo y flexible, abriendo su pico y
volteando curiosa y airosamente en el aire, doblando sus largas canillas de manera que
aparece como un ser fantástico, que cobra con la agitación de su plumaje formas diversas,
corriendo a medio vuelo sobre la llanura” (Quiroga 1977).
Desde tiempos prehispánicos esta danza coreografiada, interpretada por varones, se realiza frente a la
iglesia del pueblo en todas las fiestas patronales celebradas en la Puna de Jujuy y la
Quebrada de Humahuaca. Los danzantes, llamados samilantes o suris, llevan una
vestimenta de gran belleza confeccionada con plumas de ñandú o suri (en quechua), ya que
el sentido de la danza es imitar a estas aves vinculadas con las tormentas y la falta de
lluvia. Los adultos por lo general usan plumas oscuras y los niños más claras. Cuando está
por llover, el ñandú realiza unas corridas características. Entonces, en los pueblos
originarios del NOA existe la creencia de que basta con realizar los movimientos del animal
sin que existan signos de tormenta para asegurar lluvias suficientes. Durante los meses de
otoño e invierno, estación seca, realizan el rito pidiendo lluvias, mientras que en primavera y
verano, danzan para agradecer el agua recibida.
 La estructura coreográfica de la
danza del suri consiste en avances y retrocesos de frente a la imagen de la Virgen. La serie
concluye con un giro y el retroceso de la primera pareja que deja su lugar a sus
compañeros de cuadrilla. La descripción completa y detallada puede verse en Hopkins
(2008). Esta danza es acompañada por otra dos:

Danza de los cuartos

Con base al número de cuartos de animal que donan las familias de la zona se forman
las cuarteras y cada cuatro cuarteras se organiza una cuadrilla de suris. Para poder
sostener las medias reses hay parejas de danzantes, de ambos sexos y distintas edades,
que se ubican en hileras de frente, sosteniendo los cuartos. La danza consiste en avances y
retrocesos acompañados de balanceos de las piezas hacia adelante y atrás y hacia arriba y
abajo, de modo que los cuartos se elevan por encima de las cabezas de los danzantes. Se
incluyen giros sin soltar el cuarto y las parejas elevan sus cuartos formando arcos, debajo de
los cuales pasa la última pareja del fondo, con sus brazos bajos para ubicarse en primer
término, elevando su cuarto, para que sucesivamente las demás parejas los imiten. La
cuarteada es el momento de la danza en el que los participantes tiran de las piezas de carne
para separarlas y quien logra el mayor trozo tendrá abundancia durante ese año.
     



Danza del Torito y los Caballitos

 Esta danza acompaña a las anteriores;
participan tres adolescentes de los cuales uno es el “torito” que lleva una montera de cuero
que simula la cabeza del animal y los otros dos son los caballitos que resisten al primero,
con un aro de cuero que se ajusta a la cintura con una cabeza de caballo. Los tres bailan al
son de la flauta y la caja. Los caballitos simulan luchar contra el torito y los tres avanzan y
retroceden yendo a veces contra el público. Hopkins (2008) sostiene que el torito es un
símbolo típicamente cristiano y establece antecedentes hispánicos para esta danza.

Danzando entre lo propio y lo ajeno

 Los rituales descritos muestran interesantes contrastes que reflejan lo propio y lo
ajeno. En la danza del suri la forma-figura dominante es el Círculo, lo cual coincide con las
danzas originales que respetaban esta forma geométrica sagrada. Poco a poco, se
incorporan las danzas que se llevan a cabo en filas (Hopkins 2008), tal como ocurre en la
danza de los cuartos. No obstante, se destacan en ella los giros que conservan aquello que
es circular y que por serlo, incluye a quienes participan dentro de un conjunto.
El sincretismo resultante sin duda otorga al presente características propias que
incluyen lo propio y lo ajeno re-creado: suris de tiempos remotos, caballos y toritos de
momentos hispánicos. Al mismo tiempo, círculos y espirales desde el pasado lejano, luego
filas de parejas. Estos elementos reunidos forman parte de un ritual que se realiza para
pedir y agradecer. La celebración del 15 de agosto en Casabindo refleja la clara presencia de
rituales conformados por danzas coreografiadas con profundas raíces temporales. Una de
ellas, la danza del suri, se vincula fuertemente con el mito descrito más arriba.
 Es importante destacar el vínculo entre
corporalidad y movimiento en las danzas analizadas y, en relación con la capacidad que
poseen los cuerpos danzantes de encarnar aquello que desean “ser” -no representar- para
lograr un determinado fin, en la festividad de Casabindo los hombres-danzantes “son suris”
moviéndose para que llueva. El ritual que llevan a cabo actualiza el mito ya que si el mito
dice que el suri realiza corridas que le son características cuando está por llover, los
hombres en el rito danzan realizando los movimientos de este animal para que llueva en la
estación seca y agradeciéndola en la estación húmeda.
La danza nos lleva entonces al mundo de las creencias compartidas, nos relaciona
con los otros… nos permite pedir y agradecer… y en cierto modo: gracias a ella la vida
continúa!... así como continúa la propia existencia cuando cada día nos conectamos con
nuestro Ser a través de la Belleza del cuerpo en movimiento celebrando un Ritual propio que
tal vez se entrelace con algún Mito, o no…
(TOMADO Y ADAPTADO DE: Rodríguez, 2014)  
                                             
Referencias citadas

Csordas, T. 1994. The Body as Representation and Being-in-the-World. En: Embodiment and
Experience, Csordas, T. editor, págs. 1-24.  Cambridge University Press. Cambridge.
Csordas, T. 2011. Modos Somáticos de Atención. En: Cuerpos Plurales. Antropología de y desde los
cuerpos. Citro, S. editora, págs. 83-104. Biblos. Buenos Aires.
García Gual, C. 2003. Diccionario de mitos. Siglo XXI de España Editores, Madrid.
Hopkins, C. 2008. Tincunacu. Teatralidad y celebración popular en el Noroeste argentino. Instituto
Nacional del Teatro. Buenos Aires.
Quiroga, A. 1977.  La cruz en América. Estudios antropológicos y religiosos. Castañeda. Buenos
Aires.
Rodríguez, M. F. 2014. Danzas, mitos y rituales en el mundo Andino. Novedades en Antropología 76:
3-6
                                                                         
María Fernanda Rodríguez

      www.cuerposquedanzan.com.ar